TESTIMONIOS
Sor Luisa María
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“Siempre llegaban con una sencillez tremenda”
En el tranquilo convento de las hermanas clarisas franciscanas de Santa Clara de Asís, se respira una inmensa paz. En este refugio espiritual, la hermana Luisa María rememora un capítulo crucial en la historia del convento, marcado por la llegada de Luis Valls.
La historia comienza cuando el convento atravesaba una grave crisis financiera. Un matrimonio de Alcázar de San Juan, conmovido por la difícil situación de las hermanas, publicó un emotivo anuncio en el periódico: “SOS: se nos hunde el convento, por favor ayúdennos”. Fue entonces cuando Luis Valls, junto a su hermano Pedro, se presentó discretamente, ofreciendo ayuda sin dar más detalles sobre su identidad, sólo como “empleados de banca”.
Este gesto de humildad y discreción fue el inicio de una profunda y duradera relación de apoyo. Luis Valls y su familia se involucraron de manera constante, ofreciendo préstamos sin intereses para reformas y necesidades esenciales del convento. La hermana Luisa María destaca la singularidad de estos préstamos: “Devolvimos cada céntimo, pero sin nunca pagar un solo interés”.
Luis Valls y sus hermanos, como Pedro y Javier, visitaban el convento con regularidad. Estas visitas eran momentos de simplicidad y cercanía, donde escuchaban las necesidades de las hermanas y ofrecían su apoyo. “Siempre llegaban con una sencillez tremenda”, recuerda la hermana Luisa María.
Lo que más impresionaba a las hermanas era el deseo de Luis Valls de mantener su generosidad en el anonimato. El único favor que pedía era que rezaran por él y sus obras, un acto que reflejaba su humildad y compromiso.
Luis Valls, presidente de uno de los bancos más importantes del país, dejó una marca imborrable en el convento y su generosidad silenciosa y su dedicación a las causas humildes continúan inspirando.